A Mi Manera, por Rodrigo Yescas Núñez ·
La decisión de limitar el horario de operación de los antros y bares en Chiapas hasta las 2:00 a. m. ha generado un amplio debate.
Algunos la ven como una restricción injustificada, otros como una medida tardía. En lo personal y aunque los lectores que conocen lo fiestero que soy y he sido no lo crean, la aplaudo.
Es crucial entender que esta iniciativa no surge del capricho, sino que responde a una realidad que nos exige actuar con responsabilidad y firmeza: la necesidad de garantizar la seguridad que tanto anhelamos los chiapanecos. Y ahí es donde está el meollo del asunto.
Es un hecho que los horarios extendidos de operación en bares y antros pueden ser terreno propicio para actividades delictivas o conflictos que alteran la paz social. A mi hija siempre le digo que nada bueno pasa en un antro después de la 1:30 a.m. y créanme que tengo sobrada experiencia para opinar al respecto.
Desde riñas hasta incidentes más graves, los riesgos se incrementan en las horas de la madrugada, cuando la combinación de alcohol y falta de vigilancia puede derivar en tragedias.
“¿Oye Chico y en serio piensas que limitar el horario de estos establecimientos soluciona la problemática de inseguridad en Chiapas?” No, por supuesto que no, pero sí es un paso firme hacia la prevención. Como sociedad, debemos entender que no se trata de restringir libertades, sino de proteger vidas.
También es importante reconocer que esta medida tiene un carácter preventivo. Si bien no todos los incidentes nocturnos están vinculados a los antros, su regulación contribuye a reducir los factores de riesgo en un contexto donde la inseguridad ha sido una preocupación constante y a la alza, dato duro pero apuesto que nadie me puede contradecir.
Porque el mensaje es claro: las autoridades están dispuestas a tomar decisiones que prioricen el bienestar colectivo, incluso si estas pueden resultar impopulares para algunos sectores. Sorry but not sorry.
Quiero hacer hincapié en algo que que hay que evitar porque los conozco mi gente bonita, y es el buscar alternativas para evadir o burlar esta medida. El cumplimiento responsable no solo depende de los empresarios de restaurantes y bares, sino también de nosotros los ciudadanos por más buena que esta la fiesta o lo bien que la estamos pasando. ¡Quién me viera (o leyera)!
Generar fiestas clandestinas o trasladar el consumo de alcohol a otros espacios desregulados no solo pone en riesgo a quienes participan, sino que también resta efectividad a una estrategia pensada para protegernos a todos. Nada nos cuesta, en serio, poner nuestro granito de arena para lograr la anhelada tranquilidad y el bien común.
Por supuesto, creo que el cierre temprano de antros no es una solución única ni definitiva para los problemas de seguridad que enfrentamos. Es apenas una pieza dentro de un engranaje mucho más amplio que hoy da señales de ser efectivo impulsado por las políticas del nuevo gobernador del estado, que incluye la mejora en los cuerpos policiales, el combate a la corrupción, la generación de oportunidades para los jóvenes y la promoción de una cultura de paz.
En vez de centrarnos en las incomodidades y enojos que esta medida pueda generar, enfoquémonos mejor en su objetivo: vivir en un Chiapas más seguro, donde podamos disfrutar de nuestras actividades nocturnas sin temor y, punto para los cuarentones, sufrir menos los estragos del desvelo.
Esta es, estimados amigos lectores, una oportunidad para demostrar que, como chiapanecos, estamos dispuestos a sacrificar un poco a cambio de mayor tranquilidad, porque queremos y porque podemos.
La seguridad que anhelamos no es una responsabilidad exclusiva del gobierno; es más bien un compromiso que nos toca asumir a todos porque si queremos resultados diferentes, también debemos estar dispuestos a actuar de manera diferente. Y en este caso, aceptar y respetar esta medida es un primer paso hacia el Chiapas que todos deseamos. Nos vemos…