San Cristóbal de Las Casas, Chis., 24 NOV.-Decenas de niños de familias desplazadas por la violencia del narcotráfico y otros conflictos en Chiapas, se unieron en un coro comunitario para reivindicar sus derechos indígenas, según compartieron este viernes los representantes del proyecto.
Marcos Girón Hernández, vocero del Consejo de la Zona Norte, conformado por representantes de 26 colonias, explicó que el coro «busca fortalecer la identidad y la cultura de los pueblos originarios asentados en esta ciudad».
El coro «En Movimiento» fue fundado por padres de familias, antropólogos, maestros bilingües y hacedores culturales preocupados por el foco rojo de violencia que se vive desde el 2015 a la fecha en 102 colonias y fraccionamiento de ocupación tzotzil y tzeltal, al norte de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
Ante esta problemática, el grupo logró entrar al programa nacional Semillero Creativo, donde comenzaron a correr la voz para formar el coro, que hoy alberga a hijos de padres migrantes de las localidades de Chenalhó, Chanal, Tenejapa, Zinacantán y Chamula.
La ciudad ha acogido desde hace años a personas desplazadas de las comunidades tzotzil y tzeltal, tojolabal y chuc, que fueron expulsadas por cuestiones de intolerancia religiosa, problemas agrarios, grupos armados y paramilitares, y en la actualidad, por el narcotráfico.
El antropólogo Marcos Girón, de la comunidad tzeltal, expresó a EFE la importancia de la música en la preservación cultural, que es fundamental para las comunidades originarias de la frontera sur mexicana, a pesar de que la desculturalización en Chiapas y México persisten.
“Los pueblos originarios tienen sus propios conocimientos culturales, identidad, matemáticas, ciencia, astronomía. Con el tiempo se ha denigrado, pero nosotros queremos recuperar esos conocimientos para honrar la memoria de las abuelas y los abuelos”, afirmó el antropólogo.
“Estamos comprometidos, es esta manera transmitírselos a las juventudes y a los niños y niñas para seguir fortaleciendo, estos conocimientos y que no se pierdan con el tiempo”, agregó.
El coro se ha convertido en un símbolo de resistencia cultural, también para los padres y madres de los niños que se siente orgullosos de ver a sus hijos participar en una actividad que refuerza su lenguaje y tradiciones.
Mari Claudia Díaz Pérez, madre de dos integrantes del coro, dijo a EFE que el cambio de sus dos hijas es notorio y se ve reflejado en su comportamiento con la familia y rendimiento escolar.
«Se llevan muy bien entre sus compañeros y ahí no hay clasicismo, racismo, que si tú eres más bonito(…) que si tú tienes ropa, tú no tienes ropa, no hay esa desigualdad, no hay esa marca”, puntualizó.
Los coordinadores del coro comentaron que sueñan que más niñas, niños y adolescentes se integren al proyecto, llevarlo a otros municipios y que los gobiernos apoyen a los grupos en la reconstrucción del tejido social.
“Queremos que más niños de las diferentes etnias que hay en Chiapas puedan sentirse orgullosos de cantar su historia”, dijo Mario Méndez Pérez, profesor de música.
Acotó que «a través del coro ‘En Movimiento’ los niños no solo aprenden a cantar, sino también a valorar su herencia cultural, en un mundo cada vez más globalizado, estos proyectos valen la pena para que la riqueza de los pueblos indígenas continúe viva y sea transmitida a futuras generaciones”.
El semillero creativo y el coro En Movimiento surgen en un contexto donde la sociedad civil y La Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias en Chiapas (Redias) han alertado sobre la crisis de violencia generalizada que vive el estado.