Por Luis E. Navarro
El movimiento actual del jazz en México se está convirtiendo poco a poco en una interesante escena de nivel internacional por las ideas frescas, llenas de energía y virtuosismo de músicos mexicanos que están ávidos de sonar como los más grandes. Ciudad de México o Xalapa son ejemplos vivos de esa escena. Sin embargo, la falta de producciones discográficas y otro tipo de grabaciones profesionales son notorias. No contamos con discos de jazz u otros registros sistemáticos que recojan fielmente lo que está ocurriendo ahora en nuestro país y la evidencia de lo que afirmo se reduce a la frágil memoria de los que pueden asistir a los lugares a escuchar en vivo las propuestas y a las breves grabaciones espontáneas y poco profesionales que realizan para compartir en redes sociales. Sin embargo, hay excepciones y una de ellas es el magnífico disco Voluntad, de Julio Flores Bermúdez.
Voluntad se presentó el pasado domingo 30 de junio en el Teatro Daniel Zebadúa, de San Cristóbal de las Casas Chiapas. Se trata de una propuesta artística de gran valor en primer lugar porque el cuarteto que salió al escenario a presentar esta música lo hizo como si se tratara de una banda cuyos integrantes hubieran tocado juntos durante mucho tiempo; el respeto y la responsabilidad de hacer cada quien su mejor papel quedaron plasmados en la calidad de cada una de sus interpretaciones. Julio Flores construyó con empeño este resultado, pues durante mucho tiempo buscó quien pudiera tocar con él aquello que había ideado. Una vez armado el grupo, tuvieron que estudiar mucho. Julio les compartió sus conocimientos de rítmica avanzada para que se sumaran a las habilidades que ya traía cada uno de ellos, y todos asumieron la convicción de que la propuesta musical debía tener la más alta calidad. En ese sentido, vaya un amplio reconocimiento también para Pablo Cisneros Martínez (Mex) que estuvo en la batería, para Ariel Negrín Valdés (Cuba), en el contrabajo y para Leonardo García Gutiérrez (Mex), en el vibráfono y la marimba, quienes tuvieron una estupenda interacción en lo colectivo, así como una sólida y convincente ejecución en lo individual.
El concierto comenzó con un tema atractivo y conocido pero desconcertante, ya que el arreglo de Felipe Meza Aguado al famoso joropo venezolano “Alma Llanera”, de Pedro Elías Gutiérrez, se entretiene creativamente en la introducción y nunca expone la famosa melodía (la que acompaña a los versos que dicen “yo nací en una rivera del Arauca vibrador”), por lo cual se tornó algo confuso el poder darle seguimiento al arreglo en cuarteto, aunque había compases de gran familiaridad. Como digo, se respetó la introducción original, se hicieron variaciones y sobre eso también se improvisó, regresando a realizar algunos cortes bien escritos y una coda muy bien lograda. Así inició la interacción musical.
Fue a partir del segundo tema que empezó a sonar propiamente la música de Julio Flores.
“Siguiendo a la negra”, se llama así por el juego rítmico de seguimiento al pulso de negra, elcual comienza con un tiempo allegro, luego acelera a vivace para después alentarse a la mitad de lo originalmente propuesto, quedando en un adagio. Ese tema fue compuesto con esa idea en el 2007, sin embargo, lo retoma en el 2022 y agrega elementos de música karnática y sustituye la modulación rítmica de sensación agógica por una modulación métrica surgida de la rítmica avanzada con ciertas remembranzas al compositor estadounidense Elliot Carter.
“El marticuil” fue el tercer tema. Según explicó en la presentación, Julio se inspiró en la manera en que su madre y su tía (ahí presentes) llamaban de niñas a las luciérnagas. Esta pieza lleva un compás de tres por cuatro y tiene ciertos aires de landó peruano, rítmicamente especial. La armonía y melodía suenan naturales, como pentáfonas, lo que le da un toque sencillo y orgánico. Se percibe un constante desplazamiento en las figuras de tresillo de la melodía ya que se acentúa el segundo tresillo. Esta composición del 2018 se escucha en el disco Voluntad con este mismo cuarteto más el violín de Rie Watanabe.
Después tocaron “Septiembre” en formato de trio. Se trata de un blues en do menor, con ritmo de swing creado en su etapa de estudiante en la Escuela Superior de Música en el 2005, y retocado en 2023. Tiene una introducción de guitarra en ostinato con acordes cuartales que crean paisajes impresionistas y proponen líneas de comunicación entre la guitarra, el contrabajo y la batería. Entender lo que lograron en términos de comunicación y dinámicas fue inspirador, con mención especial al cierre improvisado y bien logrado de Pablo Cisneros.
Cuando regresa al escenario Leonardo García, lo hace con la marimba tradicional chiapaneca para introducir “Pintores mayas” . Un interesante son-chiapaneco con el efecto de hemiola e influencias afro, contemporáneas y de jazz. También nos regala partes donde la batería quedaen solitario, aplicando ritmos escritos y dando un contraste impactante y preciso. Nos explica Julio que este tema lo compuso en 2017, por encargo, y que en el disco viene con nueve músicos, incluyendo metales. A continuación se dio paso al tema más emotivo del concierto por la dedicatoria a un amigo recién fallecido, y es que el título al parecer lo definía tal cual era: “El optimista”. Se trata de un tema muy cómodo de seguir auditivamente, en cuatro cuartos, entusiasta, con un estilo afrobeat, minimalista, de color modal en do menor. Al igual que la pieza anterior, en el disco viene grabada con una banda grande, en esta adaptación a cuarteto se le imprimió el mismo júbilo, pero también percibimos cierta solemnidad y espiritualidad por la concentración del cuarteto en los matices y dinámicas tan bien logrados. Julio se tomó el tiempo para agradecer a todas las personas que apoyaron en la realización de esta presentación y en especial a la violinista Rie Watanabe con quien grabó a dúo su “Tango alteño”.
Julio nos explica que Rie no pudo estar presente porque se encontraba en Japón y quepor ello no había considerado este tema en este concierto; sin embargo, hace apenas un par de semanas realizó la adaptación para cuarteto y pudimos percibir una música con aires de tango, sí, pero también de música clásica, de música karnática y hasta de jazz, con un compás en siete por cuatro y un juego de claves rítmicas que van cambiando con respecto a las propuestas melódicas. Destacó aquí el contrabajista Ariel Negrín, quien tuvo que utilizar varios efectos y técnicas del contrabajo, demostrando gran destreza y muy buen nivel interpretativo. Es importante hacer notar que la coda está muy bien trabajada, con una técnica isorrítmica, muy percutiva entre el contrabajo y la guitarra exclusivamente y con el clásico final tanguero del glissando ascendente que tuvo un cálido recibimiento del público en la sala.
Llegamos al final del concierto y Julio presenta por fin el tema que da título al disco, “Voluntad” , una composición que data del 2019 y que significó para Julio su primer experimento de retos rítmicos, con diferentes texturas logradas con tan solo cuatro instrumentos. El resultado es innovador en términos de dinámicas, de contrapuntos rítmicos, modulaciones métricas y lógica melódica, pues todos los motivos conllevan una razón de ser y la historia lleva un desarrollo y un final.
Fuimos de esta manera testigos de una propuesta musical bien interesante, vanguardista, configuracional, hecha en México y que define perfectamente la idea creadora de Julio Flores Bermúdez. Deseamos que la buena voluntad de las partes involucradas siga trabajando para que esta música continúe sonando con más energía y cada vez más orgánica.
Escucha el álbum aqui: https://open.spotify.com/track/7bUbTOtk0AwagDM85jgGFk?si=g7DnO7PKTo-xHyT6Gc8sZg&context=spotify%3Aalbum%3A061FA8uMlM0B9YiZpj72OF