Israel Sánchez
Cd. de México (12 noviembre 2022).- Después de definir al diseñador Rafael López Castro como autor de imágenes entrañables e inolvidables, conocedor de poesía y un auténtico guadalupano juarista, Alejandro Magallanes dice casi poder oírlo decirle: «¡No sea mamón!».
«Que es lo que ocurre cuando lo maestramos. A ver ahora qué pasa cuando lo doctoreamos», dijo la noche del jueves el también diseñador e ilustrador en la apertura de la más reciente exposición de su «maestro»: Suave trazo, Cincuenta y tantos años de diseño gráfico.
Y es que el creador nacido en 1946 en Degollado, Jalisco, autor de algunas de las imágenes más icónicas plasmadas en carteles, libros, revistas, volantes y logotipos mexicanos, este año es parte de las personalidades que la UNAM reconocerá con doctorados honoris causa, junto al cineasta Guillermo del Toro, la filósofa Judith Butler y el biólogo Lourival Possani, entre otros.
«El único doctorante, de todos los que se van a doctorar en esta ceremonia la semana que entra, el único que entra con una exposición (será Rafael)», destacó, por su parte, el director de la Facultad de Artes y Diseño(FAD) de la Universidad, Mauricio Juárez Servin, también presente en la inauguración de la muestra en la Antigua Academia de San Carlos.
A la pregunta de qué sentía de ser ahora el doctor Rafael «Lápiz» Castro, el diseñador respondería con ese humor y socarronería tan característicos: «Siempre he sido».
«A mí lo de doctor, técnicamente, no me enaltece ni me empequeñece ni nada. Me da mucho gusto que les guste mi trabajo», agregó, haciendo eco de algo que ha externado antes.
«La única gracia que tenían mis cosas es que le empezaron a gustar a la gente. Cuando yo empecé a hacer esto, guiado por los polacos, por los cubanos que empezaban a hacer cartel, pues a las personas les gustó, tú. Les gustó mi trabajo», contó en entrevista a este diario el año pasado.
Parte de ese reconocido trabajo se puede ver reunido en la exposición curada por Santiago Robles, quien cuenta que, de hecho, la había ideado hace unos años para montarse en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, institución donde López Castro dirigió, de 1978 a 1985, el Departamento de Diseño.
«Sin embargo, no se pudo presentar allá; años después, viene este reconocimiento del doctorado honoris causa. Entonces, retomo esa labor, porque en realidad fue muy poco tiempo el que hubo para poder planear (la muestra)», detalló el curador, quien al igual que el titular de la FAD consideró que dicho reconocimiento en realidad es para todo el gremio de diseñadores.
«No es una distinción únicamente para el maestro Rafael, que claro que lo merece, sino una distinción para todo nuestro gremio; es el primer doctorado honoris causa que la Universidad entrega a una personalidad como ésta en la historia. Es el precedente», apuntó Robles, habiendo aclarado momentos antes que si bien Vicente Rojo también fue reconocido así, en su caso fue por su labor como artista.
Si bien la UNAM había anunciado en Twitter que López Castro brindaría una charla, el micrófono no le fue concedido, pese a la emoción con que el diseñador arribó al recinto, enfundado en su chamarra de mezclilla, jeans y huaraches.
«Mira, ¡pura gente querida y conocida, conocida y querida! No les puedo dar un beso, pero gracias», dijo en cuanto observó a los asistentes, quienes lo envolvieron en palmas.
La primera fila de asientos estuvo ocupada por sus familiares, y el creador no pudo estar más feliz, recorriendo su exhibición acompañado por cuatro de sus hermanas.
«El orgullo siempre, para mí, ha sido tener las hermanas que tengo, porque me han apoyado. ¡Y va pa’lante!», enfatizo a REFORMA, mientras caminaba, con andar pausado y siempre de la mano de alguna de ellas, entre las vitrinas que contenían algunos de los libros cuyas tapas llevan plasmado su trabajo.
Sobre los muros, algunas de esas piezas entrañables e inolvidables. Ya sea el póster de la película Canoa, de Felipe Cazals, con un Arcángel Miguel de gesto enojado, espada ensangrentada y sosteniendo una cabeza decapitada, o aquel cartel que hiciera para la entonces Autónoma de Puebla por el centenario luctuoso de Karl Marx, con la imagen del pensador alemán a blanco y negro y con un tarro espumoso de cerveza en la mano derecha.
El diseñador no perdió la oportunidad de recordar las broncas que dicha imagen le causó con sus amigos los comunistas, quienes reprocharon cómo podía poner que «Carlitos Marx era borracho».
«No era borracho, pero en lo que él escribía un día contó que se tomaba una chela diaria, y ésta es la de ese día», explicaba, vacilador.
Saltaban a la vista, asimismo, Jesús también con chamarra de mezclilla y jeans, en un póster de la puesta en escena Jesucristo Gómez, de Vicente Leñero. Además de buena parte del panteón de los próceres de la patria y de los de la literatura: Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, Sor Juana Inés de la Cruz, Alí Chumacero o Juan Rulfo, entre tantos otros.
«Lo que van a venir a ver es la historia, en muchos sentidos, de la cultura en nuestro contexto», expuso Robles.
«En el caso del maestro López Castro, pues este testimonio de nuestra historia se engrandece debido a la técnica que él tiene, al nivel estético al cual maneja su trabajo y, sobre todo, a una postura política siempre muy clara del lado de la cultura popular, del lado de las causas justas, con un perfil de izquierda que nos permite también documentar a veces las historias que no se narran en los grandes medios de comunicación».
«Está muy bien la expo, me gusta porque sí soy yo», celebraría el creador y nuevo doctor, a quien quizás sólo falte una con 100 de sus carteles sobre Paseo de la Reforma, como él mismo lo ha deseado (REFORMA 20/10/2021).
Suave trazo, Cincuenta y tantos años de diseño gráfico, exposición con que la galería de la Antigua Academia de San Carlos (Academia 22, Centro Histórico) reabre al público tras cerca de un lustro cerrada, podrá visitarse hasta mediados de enero próximo, de lunes a vienes entre las 10:00 y las 18:00 horas.