La silenciosa dictadura mordaza en la UNACH

Por Héctor Estrada

No fue casualidad que sólo unas semanas antes de iniciar el proceso de relevo en la rectoría de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), el actual rector, Carlos Faustino Natarén Nandayapa, mandara a aprobación “urgente” el nuevo estatuto universitario que, entre otras novedades, impone por primera vez una ley de censura para el personal académico… Días después de esto, se inscribió para buscar su reelección.

El proceso de relevo que vive actualmente la Autónoma de Chiapas es sui géneris porque se ha convertido ya en la primera vez que un rector en funciones busca formalmente su reelección luego de que el Estatuto General de la universidad fuera reformado durante la administración de Carlos Eugenio Ruiz Hernández.

La reforma a los estatutos -realizada en 2015- fue una maniobra duramente criticada en su momento. Había sido orquestada por el propio gobernador Manuel Velasco Coello y su rector impuesto, doctor y amigo de la familia, para abonar el camino hacia la primera reelección dentro de la UNACH. Pero la cascada de críticas, los señalamientos de corrupción sobre Ruiz Hernández, la desgatada salud del rector en turno y el cambio de administración estatal, terminaron por declinar dichas intenciones.

Así, la mañosa modificación a la regulación universitaria, que eliminó la prohibición de reelección, terminó a disposición de los sucesores para su aplicación futura o ser revertida mediante una nueva reforma. En su momento, importantes académicos alzaron la voz a fin de recomendar revertir lo hecho, pues, aseguraron, significaría un elevado riesgo para la vida democrática de la UNACH, ante ambiciones futuras de sucesión y el inevitable uso de recursos universitarios con fines “electoreros”.

Lamentablemente, no parecieron haberse equivocado. La situación hoy luce estar en ese temido escenario. Y es que, desde días antes de que Carlos Natarén hiciera oficiales sus intenciones de repetir cuatro años más en el cargo, para convertirse en el primer rector reelecto de la Autónoma de Chiapas, las advertencias sobre operaciones turbias comenzaron a agudizarse entre los pasillos de la institución.

El primer golpe, ejecutado el pasado 13 de julio, fue la aprobación de un nuevo Estatuto Integral de la Universidad Autónoma de Chiapas, que convenientemente NO revirtió la reforma de reelección, pero SÍ agregó un párrafo que tramposamente establece un nuevo candado de censura para quienes intenten hacer pública cualquier denuncia que, de paso, pudiera “perjudicar el prestigio” de la institución.

La nueva regulación estatutaria, que abre la posibilidad de ejercer procesos administrativos contra los infractores, establece de manera textual en el Artículo 33, Párrafo V, dentro de su apartado denominado “Lealtad”, que el personal académico está obligado a cumplir el principio de lealtad institucional como una “obligación ética que tiene la y el docente para abstenerse de hacer comentarios que perjudiquen el prestigio de la Universidad”.

Y es que, aunque de manera superficial la nueva ley pudiera parecer una simple regulación de protección a la imagen institucional, en el fondo abre recovecos legales que permiten limitar, censurar o castigar cualquier denuncia pública contra la rectoría, como autoridad máxima universitaria.  Finalmente, la nueva legislación no ofrece delimitaciones sobre qué se considera o no una afectación al prestigio universitario.

De esta forma, señalamientos por presunta corrupción universitaria, abusos o negligencias, como sucedió durante el caso de la estudiante Mariana Sánchez, tampoco podrían descartarse ahora como razones justificadas para abrir procesos administrativos ante innegables afectaciones a la imagen institucional. Pues, si bien suena hoy descabellado, las posibilidades legales existen ya… Al fin de cuentas, no es gratuita la experiencia de Natarén Nandayapa como especialista en derecho.

Tampoco sería la primera vez que el actual rector es acusado de ejercer una abierta persecución contra sus detractores. Lo hizo durante los procesos internos para apoderarse del control de las dirigencias sindicales, con las renuncias forzadas de varios opositores; y durante la crisis universitaria del año pasado tras la muerte de la joven estudiante de medicina Mariana Sánchez, en la que también hubo despidos para quienes se atrevieron a firmar documentos de apoyo en favor de las estudiantes huelguistas.

Con todos los recursos universitarios a disposición del actual rector y el apoyo de las dirigencias sindicales, que el mismo Carlos Natarén empoderó y ayudó a ganar elecciones, la rectoría de la máxima casa de estudios en Chiapas se perfila a un proceso de sucesión nunca antes vivido en la institución, con la posibilidad de una reelección controversial y numerosas voces opositoras que desde hace unas semanas están obligadas a repensar más dos veces lo que van a decir sobre la “astuta” autoridad universitaria… así las cosas.

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