El brincolín, la Catrina y Pirrín

Una hasta el fondo, por Gil Gamés//

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil pensaba en las campañas o precampañas o minicampañas o postcampañas. Lo inaudito, caramba: la precandidata Sheinbaum y jefa de Gobierno, más lo primero que lo segundo, saltaba en un brincolín, no broncolín, ése es para la ronquera. Y salte y salte muy contenta.

Dicen los que saben que la política es, entre otras cosas, un afán histriónico. Y si Gamés tuviera escenas histriónicas del general Lázaro Cárdenas saltando en el canguro, ¿qué pensaríamos ahora? Pues que el general estaba medio loco y no temía al ridículo ese día que saltaba en su canguro. A mí no me la gana, Claudia. Llamen al artista que pinta las caras, habría dicho Ebrard.

Los espero en mi oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores. No molesten, el asunto de los venezolanos puede esperar. Y en unas cuantas horas, Marchelo sale a la calle con una obra de arte en la cara, una Catrina, y a la campaña.

Gilga se pregunta qué pensaríamos ahora si tuviéramos una imagen de Francisco Madero con la cara pintada de la calaca tilica y flaca. Sí, en medio de la Decena Trágica, el prócer con la cara pintada. Es que de veras. En lo personal (gran fórmula, “lo personal”), Gamés se ha comprado una nariz roja, unos zapatotes y un pantalón de colores, éste será su uniforme, ustedes no pueden verlo, pero Gilga trae ya su nariz y sus zapatos y su madera para darle tablazos a los precandidatos de Morena.

Gil es Pirrín, gran transformador de la realidad mexicana. Pirrín, estadista El disfraz ridículo como programa de gobierno: gasolina a diez pesos, juar juar, juar, Pirrín animal del demonio; sistema de salud danés, juar juar juar, Pirrín les vende por debajo de la mesa unos tafiles; niños que saben leer, escribir, sumar y restar, juar, juar, juar, Delfina Gómez fue secretaria de Educación; violencia controlada, juar, juar , juar, Alfonso Durazo fue secretario de Seguridad. ¡Ay!, pobre Pirrín,  no se da abasto.

Coyota balaceada

El director de Pemex compareció ante la comisión de Energía e Infraestructura. Los legisladores del PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano le reprocharon a Octavio Romero que no cumpliera su promesa de bajar a 10 pesos el litro de gasolina. Y que se enoja Romero y les dice hasta de lo que se van a morir: “No es que me enoje, ya soy, como dicen en mi pueblo coyota balaceada o perro apaleado, ya me las conozco (…) pues les digo que son unos mentirosos, ignorantes y mentecatos;  no se vale actuar de esa manera, ofender y salir corriendo”. 

Ji, el director de Pemex aprendió la lección de su jefe: injuria, infama y luego reposa. Roedores en el aeropuerto Una nota de la redacción de su revista Proceso informa que “Gerardo Fernández Noroña, diputado del Partido del Trabajo, denunció que una persona lo embistió en el filtro de seguridad del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México”.

En Twitter, el legislador publicó una foto de la persona que “lo embistió”, hecho que calificó de “grave agresión”. Noroña fue víctima de un terrible atentado a manos de un pasajero que perdía su avión y corría a toda velocidad para abordar; en el camino, se estrelló con el legislador. Atentado contra el diputado de fuste y fusta. Gil cayó en la duela de cedro blanco y tuvo un tremendo ataque de risa.

No llore, Noroña, ya lo van a saludar un día. El diputado y su acompañante sometieron al pasajero: con ellos no hay tu tía, mano. Noroña: “Éste es el tipo que me embistió en el filtro de seguridad del aeropuerto. Con absoluta impunidad, sin que intervinieran los de seguridad privada, ni el marino Ricardo Diego Joaquín. Una provocación mayúscula a la que no respondí a pesar de la grave agresión”. Gilga ya escribió esto: en una carrera de ratas, el ganador sigue siendo una rata. Todo es muy raro, caracho, como diría Hannah Arendt: “Las cuestiones políticas son demasiado serias para dejarlas en manos de los políticos”. 

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