Por Lidia Arista
Ciudad de México.-Antes de que México declarara la “guerra al narcotráfico” en diciembre de 2006, 18 organizaciones criminales se disputaban el territorio, sin embargo, debido a la fragmentación de la criminalidad hoy son 44 las agrupaciones que se enfrentan por el mercado, espacio y que han dejado más de 370,000 homicidios dolosos en el país en los últimos 16 años.
Un estudio sobre la violencia en México elaborado por AC Consultores revela que la atomización de grupos criminales ha incrementado en 57% la presencia de cárteles nacionales y en 371% las escisiones.
Cuando Felipe Calderón gobernaba México, se tenían identificadas a siete agrupaciones delictivas con presencia nacional, mientras que en el actual gobierno se tienen ubicadas a 11.
Es en las escisiones donde ha habido un mayor crecimiento. En el gobierno de Felipe Calderón se tenían identificadas 11 agrupaciones que surgieron tras la ruptura de cárteles, mientras que con Enrique Peña Nieto eran 13 y en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador son 33.
De acuerdo con expertos en seguridad pública, la fragmentación de grupos criminales se ha dado por capturas de jefes o por disputas internas en las organizaciones. Cualquiera que sea el motivo de la atomización de las agrupaciones, la presencia de más grupos criminales ha contribuido a acentuar la crisis de violencia en México debido a que cuando son más cárteles se incrementan las disputas por territorios y mercado pero también incursionan en nuevos delitos que les permitan sobrevivir.
“Su fortaleza y su extensión territorial depende de los mercados ilegales que puedan desarrollar dentro de su áreas geográficas. La familia Michoacana, la Unión Tepito es otra, con lógicas distintas”, explica Carlos Rodríguez Ulloa, experto en Seguridad Nacional e integrante del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, A.C. (Casede).
A nivel ciudadanía, la fragmentación de los grupos del crimen organizado tiene fuertes implicaciones. Fernando Vela, integrante de la Red Nacional de Consejos Ciudadanos de México A.C y director del Consejo Ciudadano Estatal de Seguridad Pública y Procuración de Justicia de Morelos, explica que ante la competencia, las agrupaciones criminales suelen atentar contra la población.
“Cuando acaban con un gran capo es una victoria de dos caras porque a continuación viene la disputa por el control de la organización. En esa disputa grupos pequeños y algunos muy violentos tratan de ganar todo el poder utilizando el terror, la exhibición de cadáveres, mutilaciones para generar miedos que no corresponde con su tamaño y otro problema más complicado para la sociedad es que donde se asientan es que diversifican sus actividades criminales, empieza a pedir piso, secuestros, y otros delitos”, explica.
En su análisis, “ Continua fragmentación de la criminalidad en México estimula la violencia ”, de InSight Crime coincide en que la atomización de las agrupaciones ha incrementado la violencia en el país.
“La evolución y la creciente fragmentación de la criminalidad en México plantean serios desafíos de seguridad. Mientras que los grandes grupos criminales jerárquicos de antes se dedicaban sobre todo al narcotráfico, las actividades criminales como la extorsión, el secuestro y el robo de petróleo se están volviendo muy lucrativas para los grupos más pequeños que no cuentan con los recursos necesarios para ejecutar el tráfico de drogas a gran escala”, refiere.
La fragmentación de agrupaciones también ha implicado un incremento en el número de homicidios dolosos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador asegura que el 70% de las muertes violentas en el país están relacionadas con enfrentamientos entre miembros del crimen organizado.
“Un porcentaje considerable de homicidios tienen que ver con estas bandas, con estas organizaciones. Como 70% de homicidios. Entonces, por eso tenemos que seguir enfrentando esta delincuencia, fue una herencia que recibimos estos grupos que operan en distintas partes del país”, aseguró el presidente el 3 de junio de 2020
Entre el 1 de enero de 2007 y el 31 de diciembre en México se han registrado más de 370,000 homicidios dolosos. Este delito ha mostrado un crecimiento que coincide con la fragmentación de grupos de la delincuencia organizada.
Un ejemplo de la fragmentación de organizaciones criminales es el Cártel de Sinaloa. Con la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán, se inició la disputa por el liderazgo de la agrupación, y se crearon nuevas organizaciones como la de sus hijos “Los Menores”.
Otra es la del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el cual derivó en una escisión: el Cartel Nueva Plaza, en su estado originario, Guadalajara.
¿Estrategia o destino?
La atomización de los grupos criminales también es una estrategia desde el propio gobierno, la cual tiene como propósito aminorar la fuerza que pueda alcanzar una organización.
“La estrategia de fracturar los cárteles es para evitar las expresiones de violencia a los que hemos estado sometidos en México, que no tengan el poder suficiente para desafiar al Estado”, explica Alexei Chévez Silveti, consultor en temas de seguridad pública.
Un ejemplo de esa estrategia fue la pulverización de Los Zetas, una organización que sembró terror en México por la violencia con la que se conducían.
InSight Crime sostiene que la fragmentación de los grupos suele ser la condena para algunas organizaciones de gran escala, como sucedió en su momento con Los Zetas.
“De cierta manera, los grupos criminales parecen estar condenados a dividirse después de alcanzar cierto tamaño, lo que se evidencia por la caída de carteles que solían ser muy poderosos, como Los Zetas. Sin embargo, los grupos pequeños que han surgido como resultado de dichas divisiones carecen de estructuras de poder claras, son más propensos a aliarse entre sí y se desintegran mucho más rápido, lo que los hace más difíciles de rastrear”, refiere su análisis.
A algunas agrupaciones, las escisiones no les afecta tanto como para poner en riesgo su estructura. De acuerdo con un documento de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) obtenido a través del hackeo realizado por el grupo Guacamaya, el Cártel del Pacifico.
“Posterior a dichas escisiones, El Cártel del Pacífico ha preservado su estructura aún a pesar de las afectaciones derivadas en la detención de algunos de sus miembros relevantes, de la ejecución de algunos otros por las pugnas que mantiene y de diferencias internas o entre células que se han presentado, sin que ello represente a la fecha un riesgo de ruptura o su desvanecimiento de hegemonía”
Además de la fragmentación de organizaciones, hay otro fenómeno que convive en México: macroorganizaciones.
El Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación son muestra de ello. Se trata de organizaciones dominantes en la actividad ilícita, pero que suelen tender alianzas con otras agrupaciones locales que les permita avanzar en su hegemonía.
“Hay un fenómeno dual. Por un parte se está dando un proceso de concentración, se les identifica como macroorganizaciones criminales como las organizaciones Jalisco y Sinaloa, que tienen una proyección nacional y nichos del mercado. Sin embargo también de forma paralela hay una atomización, dispersión y proliferación de grupos pequeños que funcionan a nivel local”, refiere Carlos Rodríguez.